Página 4 - Gua Qanik rompio el hielo

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2. Autocontrol y autoestima van de la mano
Sabemos que ambos conceptos están íntimamente ligados. A
todos nos encanta que reconozcan nuestras
virtudes, nuestros buenos momentos y
nuestros actos más geniales. Ello repercute
directamente en el crecimiento de nuestra
autoestima e indirectamente en el aumento
del autocontrol.
Aprovechar cualquier momento en el cual
se nos presente una situación que precisa
una dosis de autocontrol para reconocerlo y
transmitir que las emociones que lo requieren se pueden
regular es algo que no debemos dejar escapar. Las personas
con un buen grado de autoestima suelen tener un mayor
autocontrol en su conducta, es decir, realizan con más frecuencia
todo aquello que se proponen: llegar a tiempo a un sitio, lavarse las
manos en el momento adecuado, realizar las pequeñas tareas.
Somos modelos de comportamiento, debemos apoyarnos en eso y en que somos las mismas
personas que alabamos sus acciones cuando así lo consideramos oportuno; las que les proporcionamos
cariño y afecto cotidianamente, y las que escuchamos sus enfados tratando de sugerir las claves
para resolverlos.
Sugerencia:
valorar positivamente los hábitos de esfuerzo, constancia y consecuencia, y estar
pendientes de los comportamientos impulsivos para hacer reflexionar sobre ellos y evaluar
las consecuencias, puede ser la esencia de nuestra labor.
3. ¿Hace falta tenerlo todo en esta vida?
Son pequeños, queridos, y en muchas ocasiones no nos cuesta nada darles lo que
piden. Pero, realmente, ¿es beneficioso para ellos tener todo aquello que ansían?
Rotundamente, no.
Es maravilloso obtener lo que quieres, pero lo que debemos valorar es siempre
el proceso para conseguirlo. Es preciso establecer metas comunes, aprendiendo a
esperar por lo deseado. Sin ansiedad y disfrutando de la idea: “Iremos al cine la
próxima semana, que es cuando todos podemos”.
Debemos plantear nuestra aula o nuestro espacio como una
very, very, slow area.
Hay
un momento para todo en la vida, y conviene disfrutar del proceso sin fijarnos tanto en los resultados;
pasar a la apreciación conjunta del “¡qué bien estamos trabajando!˝ —el proceso—, más que a la
apreciación personal del “¡qué bonito te ha quedado!˝ —el resultado—.
Sugerencia:
hacer un cartel para la puerta de la clase o de la habitación
en el que aparezca un mensaje del tipo: “Somos gente pacífica”.