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ACTIVIDADES DE REPASO. El teatro europeo del siglo
XVII
Nombre: _______________________________________________ Curso: _____ Fecha: _______
MATERIAL FOTOCOPIABLE
/ © Oxford University Press España, S. A.
Literatura universal 1.º Bachillerato
Siete
J
AIME
.—
El mundo es un gran teatro,
y los hombres y las mujeres son actores.
Todos hacen sus entradas y sus mutis
y diversos papeles en su vida.
Los actos, siete edades. Primero, la criatura,
hipando y vomitando en brazos de su ama.
Después, el chiquillo quejicoso que, a desgana,
con cartera y radiante cara matinal,
cual caracol se arrastra hacia la escuela.
Después, el amante, suspirando como un horno
y componiendo baladas dolientes
a la ceja de su amada. Y el soldado,
con bigotes de felino y pasmosos juramentos,
celoso de su honra, vehemente y peleón,
buscando la burbuja de la fama
hasta en la boca del cañón. Y el juez,
que con su oronda panza llena de capones,
ojos graves y barba recortada,
sabios aforismos y citas consabidas,
hace su papel. La sexta edad nos trae
al viejo enflaquecido en zapatillas,
lentes en las napias y bolsa al costado,
con calzas juveniles bien guardadas, anchísimas
para tan huesudas zancas; su gran voz
varonil, que vuelve a sonar aniñada,
le pita y silba al hablar. La escena final
de tan singular y variada historia
es la segunda niñez y el olvido total,
sin dientes, sin ojos, sin gusto, sin nada.
William S
HAKESPEARE
Como gustéis
, Espasa
1.
Resume el contenido del fragmento titulado
Siete,
de Shakespeare.
2.
¿Qué tópico literario reconoces en él?
3.
Analiza los recursos estilísticos empleados por
el autor.
4.
¿Qué rasgos del teatro shakesperiano se
manifiestan en el texto?
5.
Resume el contenido del fragmento de Molière.
6.
Explica la visión de la condición humana que
transmite el autor.
7.
Analiza los recursos retóricos empleados en
este texto y trata de establecer las diferencias
entre el estilo de Shakespeare y el de Molière.
8.
Elabora un esquema de llaves de las obras de
Shakespeare que has estudiado en la unidad.
Filinto y Alceste
F
ILINTO
.—
¿Qué es lo que pasa? ¿Qué tenéis?
A
LCESTE
.—
(Sentado).
Dejadme, os lo ruego.
F
ILINTO
.—
Mas decidme: ¿por qué extravagancia…?
A
LCESTE
.—
Dejadme, os digo, y corred a ocultaros.
F
ILINTO
.—
Pero, al menos, es preciso oír a la gente sin
enojarse. No acierto a comprenderos en vuestras
repentinas penas, y aunque entre los amigos, en
fin, sea de los primeros...
A
LCESTE
.—
(Levantándose).
¿Yo vuestro amigo? Ni lo
imaginéis. Hasta hace poco, me preciaba de serlo;
mas, desde lo que acabo de ver en vos, os declaro
abiertamente que no lo soy y que no quiero tener
lugar en corazones corrompidos.
F
ILINTO
.—
A vuestro juicio, Alceste, ¿soy entonces muy
culpable?
A
LCESTE
.—
Tanto, que deberíais morir de vergüenza;
una acción semejante no puede disculparse, y a
todo hombre de honor debe escandalizarle. Os he
visto colmar de caricias a un hombre y tener para él
las mayores ternezas; desbordáis vuestros
frenéticos abrazos, ofertas y juramentos, y cuando
os pregunto después quién es ese hombre, apenas
podéis decirme cómo se llama; vuestra pasión por
él concluye al separaros, y la calificáis ante mí de
indiferente. ¡Pardiez! Es una cosa indigna, cobarde,
infame, rebajarse así hasta traicionar el alma, y si,
por desgracia, hubiera hecho yo otro tanto, iría a
ahorcarme, lleno de pesar, al instante. […]
F
ILINTO
.—
Muchas veces, la franqueza absoluta resulta
ridícula, y sería, como es natural, poco permitida. Y
a veces, aunque le disgusto a vuestro honor grave,
es bueno paliar lo que se lleva en el corazón.
¿Sería oportuno y decoroso decir a miles de gentes
lo que por lo general pensamos de ellas? Y cuando
hay alguien a quien se odia o que nos desagrada,
¿debe uno decírselo con sinceridad absoluta?
A
LCESTE
.—
Sí. [...] Mis ojos están demasiado heridos,
y la corte y la ciudad solo me ofrecen motivos que
revuelvan mi bilis; caigo en un humor negro, en una
honda pena cuando veo convivir a los hombres
como ahora lo hacen; no encuentro por todas
partes más que indigna adulación, injusticia,
interés, traición y bellaquería; no puedo
contenerme, siento rabia, y mi deseo es decirle las
verdades a todo el género humano.
M
OLIÈRE
El misántropo
, Edaf
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