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ACTIVIDADES DE AMPLIACIÓN. La elegía fúnebre
Nombre: _______________________________________________ Curso: _____ Fecha: _______
MATERIAL FOTOCOPIABLE
/ © Oxford University Press España, S. A.
Lengua castellana y Literatura 1.º Bachillerato
El lamento por la muerte de un ser querido, presente en las
Coplas a la muerte de su padre,
es un tema
literario universal. A continuación te presentamos tres elegías escritas por poetas del siglo
XX
. En estas
composiciones, la expresión del dolor por la pérdida va unida, en general, al elogio del difunto.
La sangre derramada
¡Que no quiero verla!
Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.
¡Que no quiero verla! […]
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Por las gradas sube Ignacio
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
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y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea! […]
No quiero sentir el chorro
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cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pena y el cuero
de muchedumbre sedienta. […]
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¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
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¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!
Federico G
ARCÍA
L
ORCA
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.
En el poema de Lorca, ¿qué busca el alma
de Ignacio? ¿Qué halla realmente?
2.
¿En qué versos se elogia al torero? ¿Con
qué copla de Manrique lo relacionas?
3.
¿A quién se dirige el emisor en el texto de
Miguel Hernández? Localiza las expresiones
que hacen referencia al receptor.
4.
En la
Elegía…,
se alude a la muerte con una
sucesión de metáforas. ¿Qué tienen en
común?
5.
Lee el poema de Cernuda. ¿Cómo
interpretas la oración «Y ya / cae sombra en el
alma»?
6.
¿Crees que el poeta ha aceptado la muerte
de su hermano? ¿Por qué?
Elegía a Ramón Sijé
(
En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como
del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano. […]
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
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un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida. […]
No perdono a la muerte enamorada,
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no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
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Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
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y desamordazarte y regresarte. […]
Miguel H
ERNÁNDEZ
A mi hermano Miguel
Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,
donde nos haces una falta sin fondo.
Me acuerdo que jugábamos a esta hora, y que mamá
nos acariciaba: «Pero, hijo…».
Ahora yo me escondo,
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como antes, todas estas oraciones
vespertinas, y espero que tú no des conmigo.
Por la sala, el zaguán, los corredores.
Después, te ocultas tú, y yo no doy contigo.
Me acuerdo que nos hacíamos llorar,
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hermano, en aquel juego.
Miguel, tú te escondiste
una noche de agosto, al alborear;
pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste…
Y tu gemelo corazón de esas tardes
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extintas se ha aburrido de no encontrarte. Y ya
cae sombra en el alma.
Oye, hermano, no tardes
en salir. ¿Bueno? Puede inquietarse mamá.
César V
ALLEJO
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