Alumno - page 21

4. El teatro europeo del siglo
xvii
63
Análisis de textos
12.
Escuchad atentamente y leed en voz alta el frag­
mento de
El rey Lear.
13.
Identifica en las intervenciones de Lear pasajes incohe­
rentes, que sugieran que ha perdido el juicio.
14.
¿Qué visión de la mujer tiene el personaje? Explica
sus razones.
15.
En las últimas intervenciones, el protagonista desa­
rrolla su concepción del mundo. Exponla con tus pro­
pias palabras.
16.
Consulta en los A
nexos
los tópicos literarios. ¿A cuál de
ellos hace referencia este texto?
17.
Analiza los recursos estilísticos empleados por el autor.
18.
Realiza un esquema de las características temáticas
y formales del teatro de Shakespeare. ¿Cuáles se refle­
jan en el texto? Ejemplifícalas con pasajes del mismo.
G
loster
.—
Lo veo sintiéndolo.
L
ear
.
—¿Estás loco? Se puede ver el mundo sin tener ojos; mira con
los oídos. Ve cómo ese juez maldice a ese pobre ladrón. Un leve susu­
rro, cambias los papeles y… ¿quién es el juez y quién el ladrón? […]
E
dgar
.—
¡Qué mezcla de razón e incoherencia! ¡Juicio en la locura!
L
ear
.
—Si quieres llorar mi desgracia, toma mis ojos. Te conozco
muy bien; te llamas Gloster. Sé paciente: nacimos llorando. La
primera vez que olemos el aire, gemimos y lloramos. […] Al
nacer, lloramos por haber venido a este gran teatro de locos.
¡Buen sombrero! Sería una treta sutil herrar con fieltro un escuadrón
de caballería. Haré la prueba y, cuando sigiloso me acerque a
mis yernos, ¡muerte, muerte, muerte, muerte, muerte!
William
S
hakespeare
El rey Lear,
Espasa
1
algalia:
sustancia de olor fuerte que se usa en perfumería.
[Entra L
ear
, loco. En escena, el fiel conde G
loster
, a quien C
ornwall
,
el marido de una de las hijas de L
ear
, ha arrancado los ojos.
Contempla la escena E
dgar
, hijo de G
loster
, rechazado por su
padre].
L
ear
.
—Me decían que yo lo era todo.
G
loster
.—
Ese tono de voz lo recuerdo. ¿No es el rey?
L
ear
.
—Sí, un rey por entero. Si miro ceñudo, el súbdito tiembla.
A ese le perdono la vida. ¿De qué se te acusa? ¿De adulterio?
No morirás. ¿Morir por adúltero? No: goza el gorrión y hasta
la mosca dorada se aparea en mi presencia. Que cunda el fornicio,
pues el hijo bastardo de Gloster fue más bueno con él que con­
migo mis hijas, engendradas en legítimo lecho. ¡Vamos, lujuria
a montón, que me faltan tropas! Mirad esa dama gazmoña, cuyo
gesto anuncia hielo entre las piernas, que afecta virtud y menea
la cabeza si oye hablar del placer. Ni zorra, ni semental bien nutrido
se entregan con más desenfreno. De cintura para abajo son cen­
tauros, aunque sean mujeres por arriba. Hasta el talle gobiernan
los dioses; hacia abajo, los demonios. Ahí está el infierno, las tinie­
blas, el pozo sulfúreo, ardiendo, quemando, peste, podredumbre.
¡Qué asco! ¡Qué asco! ¡Uf, uf! Boticario, dame […] algalia
1
, que
me perfume la imaginación.
G
loster
.—
¡Ah, dejad que os bese la mano!
L
ear
.
—Antes deja que la limpie; huele a mortalidad.
G
loster
.—
¡Ah, criatura destrozada! Así llegará a su fin el universo.
¿No me conocéis?
L
ear
.
—Me acuerdo muy bien de tus ojos. Lee este papel; mira cómo
está escrito.
G
loster
.—
Aunque las letras fueran soles, no las vería.
E
dgar
.—
(Aparte).
Si lo contasen, no me lo creería. Pero es cierto,
y me parte el corazón.
L
ear
.
—Lee.
G
loster
.—
¿Con qué ojos?
L
ear
.
—¡Ajá! ¿Es eso? ¿Sin ojos en la cara, ni dinero en la bolsa?
Verás todo negro y andarás sin blanca: ya ves cómo va el mundo.
El rey Lear
TEXTOS DE SHAKESPEARE
Representación de
El rey Lear,
de Shakespeare, con Michele Placido, en Italia (2013).
El loco cuerdo
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