Profesor - page 31

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4
El teatro europeo del siglo
XVII
8.
Aunque es un tema recurrente en las obras de Shakespeare,
es especialmente notable en tragedias como
Macbeth
,
donde la ambición de la mujer lleva a empujar a su mari-
do a cometer un horrendo crimen; Shylock, a pesar de su
maldad en todos los niveles, no escapa a esta pasión, del
mismo modo que el rey Claudio, capaz de asesinar a su
propio hermano en
Hamlet
. También son ejemplo máxi-
mo de ambición las hijas del rey Lear, quienes olvidan su
vínculo familiar con el anciano monarca cuando se ponen
en juego sus posesiones.
Tampoco se escapan a los efectos de la ambición algunas
tragedias históricas: en
Julio César,
la de los partidarios de
Bruto les conduce a asesinar al emperador, mientras que el
contrahecho Ricardo III actuará movido por esta, además
de por la envidia y por la frustración.
Con ello, se percibe cómo Shakespeare encuentra en la
ambición un motivo clave para explicar y justificar las accio-
nes más nefastas de algunos individuos.
9.
R
ESPUESTA
LIBRE
. [El abanico de personajes femeninos de la
obra de Shakespeare abarca una gran variedad de registros
y actitudes.
En el lado positivo, encontraremos mujeres capaces de
desarrollar la bondad y la inteligencia, como Miranda en
La tempestad
o Catalina en
La fierecilla domada.
Lo mis-
mo sucede con otros personajes de obras menores, que
despliegan toda su habilidad, como la Viola de
Noche de
Reyes
o Porcia en
El mercader de Venecia.
Esto nos permite
atisbar la importancia del personaje femenino en el teatro
victoriano, cuyas virtudes son expuestas en las comedias.
Sin embargo, aún más penetrantes son los personajes
femeninos que encarnan algún vicio, defecto o perversión.
Quizá sea Lady Macbeth su paradigma, pues su ambición
desmesurada lleva a la perdición a ella y a su marido. Igual-
mente sucede con las hijas del rey Lear, quienes no dudan
en sacar todas sus armas para hacerse con la herencia de
un padre que sufre hasta la locura sus luchas fratricidas.
Solo Cordelia mostrará su afecto por el viejo rey, aunque
ello la conducirá a morir a manos de sus hermanas.
Junto a Cordelia, podría hacerse mención especial a
las mujeres que sufren y se convierten en víctimas de
las acciones que las anulan. Así, Ofelia es sacrificada por
la supuesta locura de Hamlet —mientras que la reina será
una mera comparsa y símbolo de la inanidad que enfure-
cerá a su hijo—, y Julieta perecerá por culpa de un azar que
mucho le debe a la impericia de Romeo.
Es necesario hacer notar que, a pesar de la relevancia de
estos personajes, son pocas las mujeres que adquieren el
carácter de protagonistas. En el mejor de los casos, las
obras están consagradas a la pareja de la que forman
parte
Antonio y Cleopatra, Romeo y Julieta
,
puesto
que la mentalidad de la época obliga a dar prioridad al
personaje masculino. A pesar de ello, todos los persona-
jes femeninos confirman la penetración psicológica de la
que era capaz Shakespeare].
10.
A través del humor satírico y corrosivo, Molière es capaz de
criticar algunos tipos característicos de su época. El hipó-
crita es una de sus víctimas predilectas, pues encarna una
sociedad enferma y basada en la apariencia, que Molière
despreciaba.
Entre las obras en que denuncia esta lacra, destacan:
Tartufo:
el protagonista se hace pasar por un devoto
que, sin embargo, lo que pretende es seducir a la espo-
sa de Orgón. Es una crítica exacerbada contra los falsos
beatos cuyas acciones son radicalmente opuestas a la
apariencia inofensiva que muestran.
Don Juan:
el cinismo del protagonista llega al punto
de hacerle justificar su comportamiento como una mera
moda de su tiempo. Bajo esta premisa, seducirá a mu-
jeres bajo promesas de amor que jamás cumple, lo que
acabará con su condena al infierno.
El misántropo:
Alcestes es un personaje huraño que
huye del mundo precisamente porque no puede sopor-
tar la hipocresía que ve por doquier, aunque no es capaz
de ver su soberbia y altivez.
Además de en esta obra, también critica Molière compor-
tamientos hipócritas como el de quienes alaban al prota-
gonista de
El burgués gentilhombre
solo para obtener
beneficios de su ignorancia, o el de los médicos que bus-
can halagar al paciente en
El enfermo imaginario
con la
misma intención.
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