Profesor - page 22

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El teatro europeo del siglo
XVII
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El rey Hal ha optado por romper con su pasado. Falstaff, con
sus atributos de bebedor y despreocupado por los temas
caballerescos, había inculcado al rey una actitud de desidia,
de falta de valores. Decidido a dar un cambio a su vida, Fals-
taff es una muestra molesta de una etapa pasada. Por ello,
el rey Hal destierra al viejo bufón mientras no cambie tanto
su aspecto físico como su actitud vital.
TEXTOS DE SHAKESPEARE.
El rey Lear
(página 63)
Análisis de textos
12.
Escuchad atentamente y leed en voz alta el frag-
mento de
El rey Lear.
El loco cuerdo
[Entra L
EAR
, loco. En escena, el fiel conde G
LOSTER
, a quien
C
ORNWALL
, el marido de una de las hijas de L
EAR
, ha arran-
cado los ojos. Contempla la escena E
DGAR
, hijo de G
LOSTER
,
rechazado por su padre].
L
EAR
.—
Me decían que yo lo era todo.
G
LOSTER
.—
Ese tono de voz lo recuerdo. ¿No es el rey?
L
EAR
.—
Sí, un rey por entero. Si miro ceñudo, el súbdito tiembla.
A ese le perdono la vida. ¿De qué se te acusa? ¿De adulterio?
No morirás. ¿Morir por adúltero? No: goza el gorrión y hasta
la mosca dorada se aparea en mi presencia. Que cunda el
fornicio, pues el hijo bastardo de Gloster fue más bueno con
él que conmigo mis hijas, engendradas en legítimo lecho.
¡Vamos, lujuria a montón, que me faltan tropas! Mirad esa
dama gazmoña, cuyo gesto anuncia hielo entre las piernas,
que afecta virtud y menea la cabeza si oye hablar del placer.
Ni zorra, ni semental bien nutrido se entregan con más des-
enfreno. De cintura para abajo son centauros, aunque sean
mujeres por arriba. Hasta el talle gobiernan los dioses; hacia
abajo, los demonios. Ahí está el infierno, las tinieblas, el pozo
sulfúreo, ardiendo, quemando, peste, podredumbre. ¡Qué
asco! ¡Qué asco! ¡Uf, uf! Boticario, dame […] algalia,
que me perfume la imaginación.
G
LOSTER
.—
¡Ah, dejad que os bese la mano!
L
EAR
.—
Antes deja que la limpie; huele a mortalidad.
G
LOSTER
.—
¡Ah, criatura destrozada! Así llegará a su fin el uni-
verso. ¿No me conocéis?
L
EAR
.—
Me acuerdo muy bien de tus ojos. Lee este papel; mira
cómo está escrito.
G
LOSTER
.—
Aunque las letras fueran soles, no las vería.
E
DGAR
.—
(Aparte).
Si lo contasen, no me lo creería. Pero es
cierto, y me parte el corazón.
L
EAR
.—
Lee.
G
LOSTER
.—
¿Con qué ojos?
L
EAR
.—
¡Ajá! ¿Es eso? ¿Sin ojos en la cara, ni dinero en la bolsa?
Verás todo negro y andarás sin blanca: ya ves cómo va el
mundo.
G
LOSTER
.—
Lo veo sintiéndolo.
L
EAR
.—
¿Estás loco? Se puede ver el mundo sin tener ojos;
mira con los oídos. Ve cómo ese juez maldice a ese pobre
ladrón. Un leve susurro, cambias los papeles y… ¿quién es
el juez y quién el ladrón? […]
E
DGAR
.—¡Qué mezcla de razón e incoherencia! ¡Juicio en la
locura!
13.
Identifica en las intervenciones de Lear pasajes incohe-
rentes, que sugieran que ha perdido el juicio.
La propia temática del primer discurso, en el que el rey invita
a dejarse llevar por la lujuria, implica esa pérdida de criterio a
que lo ha conducido la locura. Sin embargo, son destacables
especialmente los momentos en los que se dirige de modo
directo a sus súbditos, así como cuando alude como reales
a los elementos metafóricos: al describir las zonas genitales,
exacerba el asco que le producen como si se hiciera presente
el infierno con el que las compara.
Cuando Gloster quiere besarle la mano en señal de respeto,
Lear la retira indicando que «huele a mortalidad», lo que
evidencia la obsesión del personaje por su propia condición.
Además, la crueldad del rey se hace evidente en las referen-
cias a los ojos de Gloster, a quien le habían sido arrancados, y
al ofrecerle un texto para que lo lea. Sin embargo, esta cruel-
dad conduce a Lear a hacer una reflexión sobre la verdadera
ceguera y el engaño de los sentidos, lo que demuestra que
esta locura le permite, sin embargo, denunciar los defectos
de la condición humana.
14.
¿Qué visión de la mujer tiene el personaje? Explica sus
razones.
Para Lear, la mujer es un ser despreciable que, carente de
cualquier virtud, es una mera excusa para el placer sexual.
Además, es un ser falso, que aparenta decencia cuando en
el fondo es un mero conglomerado de vicios, especialmente
los relacionados con la lujuria, hasta el punto de que su sexo
es comparado con los peores elementos del infierno.
Esta actitud deriva del comportamiento que ha visto en sus
hijas, a quienes había encomendado el gobierno de sus tie-
rras en su vejez como forma de descargarse de preocupacio-
nes, pero que al verse dueñas del reino despliegan su maldad
y corrupción, que las impulsa incluso a atentar y tramar con-
tra la vida del monarca.
15.
En las últimas intervenciones, el protagonista desarro-
lla su concepción del mundo. Exponla con tus propias
palabras.
Al haber comprobado cómo todos los esfuerzos por hacer el
bien han quedado desmontados por la iniquidad humana,
el rey Lear ha llegado a un estado en el que no puede sino
lamentarse y aceptar resignado el dolor. La actuación de los
hombres está regida por la mezquindad, hasta el punto de
que invita a Gloster a rechazar la veracidad de los sentidos.
Un mundo, por lo tanto, de apariencias en el que la verdad
es imposible de dirimir, puesto que se camufla, se vitupera
y se elimina en función de los intereses de cada cual, hasta
el punto de no saber ya quién es quién.
De este modo, su visión es pesimista y desesperanzada,
puesto que entiende que la vida es simplemente un camino
de sufrimiento desde el momento de nacer. Además, descri-
be el mundo como un «teatro de locos», emparentándolo
L
EAR
.—
Si quieres llorar mi desgracia, toma mis ojos. Te conoz-
co muy bien; te llamas Gloster. Sé paciente: nacimos lloran-
do. La primera vez que olemos el aire, gemimos y lloramos.
[…] Al nacer, lloramos por haber venido a este gran teatro
de locos. ¡Buen sombrero! Sería una treta sutil herrar con
fieltro un escuadrón de caballería. Haré la prueba y, cuando
sigiloso me acerque a mis yernos, ¡muerte, muerte, muerte,
muerte, muerte!
William
S
HAKESPEARE
Macbeth,
Espasa Calpe
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