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Bloque IV.
Educación literaria (I). Los textos literarios. La literatura en la Edad Media
7.
Los grandes poetas cancioneriles
Entre los más de ochocientos poetas cancioneriles conocidos, destacan tres autores:
el
marqués de Santillana, Juan de Mena
y, sobre todo,
Jorge Manrique.
7.1.
El marqués de Santillana
Íñigo López de Mendoza,
marqués de Santillana
(1398-1458), impulsó la renova-
ción de la poesía castellana, introduciendo estructuras métricas y motivos de la poesía
del
Trecento
italiano. En su producción, se distinguen distintos subgéneros poéticos.
Subgéneros poéticos
Canciones
Las dieciséis canciones conservadas no presentan novedades significativas;
constituyen, por tanto, la parte más convencional de su obra.
Decires
Destacan los plantos o elegías fúnebres (Planto de la reina Margarida, Defunción
de don Enrique de Villena) y otros decires narrativos más extensos de influencia
italiana, como
El infierno de los enamorados.
Serranillas
Se trata de ocho composiciones (existen dos más escritas en colaboración)
en las que un caballero narra en primera persona su
encuentro con una pastora
o serrana
, a la que intenta conquistar.
Sonetos
Santillana escribió cuarenta y dos sonetos «fechos al itálico modo», que constituyen
la
primera tentativa de aclimatación del soneto en lengua castellana
y convierten
al autor en precursor de Juan Boscán y Garcilaso de la Vega (U
nidad
17).
El infierno de los enamorados
se inspira en la
Divina comedia
de Dante. En ella, el yo
poético, perdido en una montaña, es asaltado por un puerco salvaje —encarnación
alegórica de la lujuria— y conducido a un castillo donde es testigo de los tormentos
a los que son sometidos célebres amantes de la mitología:
Orfeo y Eurídice
,
Dido
y Eneas
… La obra termina con la renuncia del emisor al amor.
7.2.
Juan de Mena
La obra más destacada de
Juan de
Mena
(1411-1456) es
Laberinto de
Fortuna.
En este extenso poema, conocido también
como
Las trescientas,
el emisor es con-
ducido por una doncella (la Providencia) al
palacio de Fortuna. Allí contempla las rue-
das del tiempo: las del pasado y el futuro
están quietas, mientras la del presente gira
sin cesar. La voz poética examina las virtu-
des y defectos de los personajes históricos
o contemporáneos situados en las ruedas.
El poema parece una reflexión sobre la
variabilidad de la Fortuna
—caótica
y arbitraria— y su relación con la
Providencia
divina —que da orden o sentido al
mundo—; pero según avanzan las estrofas, se convierte en una
obra política
que
exalta la figura del rey Juan II de Castilla y de su valido, el condestable Álvaro de Luna.
El
Laberinto de Fortuna
consta de
trescientas coplas de arte mayor,
cada una de las
cuales está formada por
ocho versos dodecasílabos
con
rima consonante
según
el esquema 12A 12B 12B 12A 12A 12C 12C 12A.
Juan de Mena pretendió dignificar el castellano, acercándolo al latín. Mediante el
uso del
hipérbaton
y la incorporación de constantes
latinismos,
construyó una len-
gua poética apartada radicalmente de la lengua común.
La rueda de la Fortuna
(siglo
xv
).
Retrato del marqués de Santillana.
Las armas
y las letras
El marqués de Santillana y Jorge Man-
rique
anticipan el
modelo de caballero
renacentista,
que conjuga el ejercicio
de las armas con el cultivo de las letras.
Santillana
, que fue amigo de Ausiàs
March, luchó contra los musulmanes al
lado de Juan II de Castilla. Por su parte,
Manrique fue herido mortalmente fren-
te al castillo de Garci-Muñoz (Cuenca)
combatiendo en el bando de Isabel la
Católica —hija de Juan II—, que se
disputaba el trono castellano con su
sobrina Juana la Beltraneja.
En cambio,
Juan de Mena
,
secretario
y cronista del rey Juan II, no participó
en empresas militares.