Profesor - page 20

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El teatro europeo del siglo
XVII
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Sin embargo, la ignorancia de lo que espera en ese trance,
la incertidumbre sobre qué se soñará en ese sueño que es la
muerte, es lo que le retrae en su decisión. Esto explica que
tantas veces los hombres opten por afrontar sus problemas,
por dolorosos que sean, en vez de tomar la fácil decisión de
acabar con sus propias vidas para poner fin al sufrimiento.
En suma, se trata de un original planteamiento en forma de
dicotomía sobre el verdadero sentido de la vida.
3.
¿Qué modalidad del texto teatral aparece en ambos
fragmentos? Indica qué te ha permitido averiguarlo.
Ambos fragmentos son monólogos, puesto que se trata de
un único personaje planteando su discurso. A ello se añade
que son parlamentos que no requieren de un receptor explí-
cito, sino que son reflexiones expresadas en voz alta, y que
permiten al espectador comprender los pensamientos y el
mundo interior de los personajes.
4.
Clasifica las obras a las que pertenecen los textos de esta
página dentro de la producción dramática del autor.
Ricardo III
es uno de los dramas históricos de Shakespeare,
centrado en la figura del último monarca de la casa de York;
por lo tanto, se trata de un episodio de la historia reciente de
Inglaterra.
Hamlet,
aunque también puede tener un remoto trasfondo
histórico, se sitúa dentro del grupo de grandes tragedias de
Shakespeare, puesto que se centra en la profundidad psico-
lógica de los personajes y en la acción.
5.
Analiza los principales recursos estilísticos empleados
por el autor en ambos textos.
Todos los textos de Shakespeare se caracterizan por la gran
riqueza estilística. De entre los recursos literarios, podemos
destacar los siguientes:
Seré un malvado
Personificación:
«las nubes que amenazaban nuestra
casa»; «falaz naturaleza».
Anáfora:
«Ya el invierno […] Ya el laurel […] Ya el guerrero».
Paralelismos y bimembraciones:
«las llamadas a las ar-
mas, alegres reuniones, / las temibles marchas, deliciosas
danzas».
Quiasmo:
«los rotos arneses son trofeos colgantes».
Antítesis:
«las temibles marchas, deliciosas danzas».
Metáfora:
«el invierno de nuestro descontento»; «brinca
grácil en la alcoba de una dama».
Comparación:
«tan puro cual yo ladino».
Enumeración:
«… deforme, inacabado, traído a medio
hacer».
Hipérbole:
«los perros me ladran cuando paso renquean-
do».
Además, se podría aludir a un permanente uso del hipérba-
ton en la construcción del texto.
Ser o no ser
Antítesis:
«ser o no ser».
Personificación:
«es más noble para el alma soportar».
Metáfora:
«las fechas y pedradas de la áspera Fortuna».
Hipérbole:
«un mar de adversidades».
Poliptoton:
«dormir […] durmiendo»; «soñar […] sueño».
Similicadencia:
«Morir, dormir: / tal vez soñar».
Enumeración y bimembración:
«los azotes e injurias de
este mundo, / el desmán del tirano, la afrenta del soberbio,
/ las penas del amor menospreciado, / la tardanza de la ley,
la arrogancia del cargo…»
Perífrasis:
«la tierra inexplorada de cuyas fronteras / nin-
gún viajero vuelve (= muerte)».
Sinestesia:
«el color natural de nuestro ánimo».
TEXTOS DE SHAKESPEARE.
Macbeth.
Enrique IV
(página 61)
Análisis de textos
6.
Escucha atentamente y lee el fragmento I de
Macbeth
.
¿En qué situación se encuentran los personajes?
Macbeth acaba de llevar a cabo un asesinato, y su mujer,
instigadora del mismo, lo acompaña y trata de serenarlo,
afeando su debilidad.
El ruido y la furia
I
M
ACBETH
.—
No voy a volver: me asusta pensar en lo que he
hecho. No me atrevo a volver.
L
ADY
M
ACBETH
.—
¡Débil de ánimo! Dame los puñales. Los dur-
mientes y los muertos son como retratos; solo el ojo de un
niño teme ver un diablo en pintura. Si aún sangra, les unta-
ré la cara a los criados para que parezca su crimen.
Sale. Llaman a la puerta dentro.
M
ACBETH
.—
¿Dónde llaman? ¿Qué me ocurre, que todo ruido
me espanta? ¿Qué manos son estas? ¡Ah, me arrancan los
ojos! ¿Me lavará esta sangre de la mano todo el océano de
Neptuno? No, antes esta mano arrebolará el mar innume-
rable, volviendo rojas las aguas.
Entra L
ADY
M
ACBETH
.
L
ADY
M
ACBETH
.—
Mis manos tienen tu color, pero me avergon-
zaría llevar un corazón tan pálido.
II
M
ACBETH
.—
Ya casi he olvidado el sabor del miedo. Hubo un
tiempo en que el sentido se me helaba al oír un chillido en
la noche, y mi melena se erizaba ante un cuento aterrador
cual si en ella hubiera vida. Me he saciado de espantos, y
el horror, compañero de mi mente homicida, no me asusta.
(Entra S
EYTON
). ¿Por qué esos gritos?
S
EYTON
.—
Mi señor, la reina ha muerto.
M
ACBETH
.—
Había de morir tarde o temprano; alguna vez ven-
dría tal noticia. Mañana, y mañana, y mañana se arrastra
con paso mezquino día tras día hasta la sílaba final del tiem-
po escrito, y la luz de todo nuestro ayer guio a los bobos
hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate, breve llama! La vida
es una sombra que camina, un pobre actor que en escena
se arrebata y contonea y nunca más se le oye. Es un cuen-
to que cuenta un idiota, lleno de ruido y de furia, que no
significa nada.
William
S
HAKESPEARE
Macbeth,
Espasa Calpe
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