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El sentido de la existencia humana
4.
El ser humano en la modernidad
12.
Lee el texto titulado
La dignidad humana.
a)
Según Pico della Mirandola, ¿en qué consiste la especial
dignidad del ser humano?
En que el ser humano es libre
para elegir su camino. A diferencia de las demás criaturas,
la esencia y el camino humanos no están predefinidos.
Por ello, es responsable de ascender a lo más alto, o de
caer en lo más bajo.
b)
Identifica en el texto los tres rasgos característicos del
humanismo: antropocentrismo, confianza en las capa-
cidades humanas e individualismo.
Podemos reconocer
el
antropocentrismo
en el hecho de que el autor seña-
le un lugar exclusivo y diferenciado para el ser humano,
a diferencia de las demás criaturas: es el único ser libre,
por tanto, el único que posee una dignidad intrínseca.
La
confianza en las capacidades humanas
queda re-
presentada por ese reconocimiento de la libertad para
llegar a lo más alto o para hundirse en lo más bajo. La
libertad no es, como en santo Tomás, solo la capacidad
para realizar la propia naturaleza prevista por Dios, sino el
riesgo de serlo todo o nada. En esta apertura del hombre
al peligro podemos reconocer también una confianza en
la capacidad del ser humano para sortear las tentacio-
nes. El
individualismo
podemos reconocerlo en que este
autor parece describir al ser humano en soledad, como
individuo que es dueño de su propia vida.
13.
Lee el texto titulado
Una cosa que piensa.
a)
Según Descartes, ¿qué soy yo, un cuerpo, un alma o un
compuesto de cuerpo y alma? ¿Por qué?
Soy un alma, pues
descubro que mi esencia reside en pensar y el pensamiento
es concebible sin un cuerpo material. Soy autoconsciente
demi propio pensamiento que es (que piensa) al margen de
mi forma física y del estado de mi cuerpo.
b)
¿En qué se basa Descartes para decir que el alma es más
fácil de conocer que el cuerpo?
En que podemos acce-
der a ella al margen de los sentidos, que siempre son
engañosos. En que conocemos el cuerpo solo mediata-
mente, a través de algo externo a nosotros mismos y no
siempre fiable, como son los sentidos. Por el contrario,
conocemos el alma inmediata e intuitivamente, pues
es pensamiento, y conocer y pensar son lo mismo, con
lo que, a la vez que pensamos, estamos siendo y co-
nociéndonos. Aunque podamos confundirnos cuando
pensamos, el hecho mismo de hacerlo es ya una certeza
sobre la existencia de nuestro pensamiento. «Pienso,
luego existo» es la fórmula por excelencia de esa intui-
ción, por la que el hecho mismo de pensar equivale a
conocer nuestra existencia en tanto que somos pensa-
miento.
14.
¿Qué diferencias encuentras en el modo de plantear el
problema de la libertad entre Descartes y Locke?
Ambos autores están interesados en el problema de la li-
bertad pero su enfoque es muy distinto. Así, a Descartes le
interesa resolver el problema metafísico de hacer compatible
la libertad humana, presupuesta por el credo cristiano, con
el determinismo mecanicista, fundamento de la ciencia mo-
derna. Locke, por su parte, se aproxima a la cuestión de la
libertad desde el punto de vista de los problemas morales y
políticos, muy en consonancia con los conflictos de religión
entre protestantes y católicos que habían devastado Europa
y, concretamente, las islas británicas desde que el papa Cle-
mente VII excomulgara a Enrique VIII.
El dualismo antropológico radical defendido por Descartes le
permitía diferenciar entre un mundo material determinado
por las leyes de la mecánica, en el cual la libertad no existía,
y un mundo inmaterial compuesto por las almas humanas y
Dios, que existirían en un orden cualitativamente diferencia-
do y que estarían autodeterminados por su libre albedrío.
Ahora bien, esta solución abría un nuevo problema: ¿cómo
se conectaban estas dos esferas? Si cada cuerpo humano
obedecía a los mandatos de su alma, ¿cómo se establecía la
conexión entre ese cuerpo y esa alma? ¿Se podía encontrar
el punto en el que el cuerpo se conecta con el alma? ¿No
resulta inconsistente pensar que el alma se conecte en un
punto físico con el cuerpo, siendo esta inmaterial? A su vez,
la dificultad de compaginar lógicamente la omnisciencia di-
vina y la libertad individual humana, propia del cristianismo,
permanece vigente en esta metafísica.
Locke, por su parte, se preocupa por la libertad desde el pun-
to de vista de la ética, pensando en términos de derechos y
responsabilidad, lo cual nos lleva a conectar la dimensión
moral con la política. Desde este punto de vista, sostendrá
que somos libres de actuar según nuestras convicciones,
pero estamos obligados a defender esa libertad cuando una
sociedad la pone en peligro. Locke, uno de los padres del
liberalismo clásico, pretendía superar los conflictos que la in-
tolerancia religiosa de católicos y protestantes habían traído
a su país. Para él, el derecho de cada cual a actuar según su
propia conciencia moral, sin que otro le imponga su credo,
debe ser el mínimo principio irrenunciable para cualquier so-
ciedad y para cualquier individuo.
15.
Señala las coincidencias y las diferencias que encuen-
tras entre los movimientos culturales del humanismo y
la Ilustración.
El humanismo y la Ilustración son dos movimientos culturales
que nadaron en la misma dirección, aunque pertenecen a
épocas distintas y cada uno de ellos corresponde a un grado
de madurez de la modernidad. Mientras que el humanismo
logra romper con el teocentrismo medieval, la Ilustración su-
pone el desarrollo teórico y práctico del proyecto de emanci-
pación del género humano con respecto a toda superstición
y todo poder al margen de la autonomía de la razón. Con la
Ilustración y, sobre todo, con las revoluciones políticas que
ella inspiró, culminó un momento histórico que está en la
base del mundo contemporáneo.
Con el humanismo se inauguró la modernidad como época
que situó en el centro al ser humano, como nueva deidad;
de ahí su antropocentrismo frente al teocentrismo medieval.
Por su parte, la Ilustración supondrá la culminación de aque-
lla primera intuición, extrayendo las consecuencias teóricas y
prácticas propias de la modernidad. Desde el punto de vista
político, para hacer efectiva esa emancipación, los ilustra-
dos comenzaron por reconocer la existencia de unos dere-
chos humanos universales inviolables. No se conformaron
con poner al hombre en el centro por su especial dignidad,
sino que promulgaron una serie de derechos que cualquier
nación debe aceptar y que implican reconocer que todo ser
humano tiene valor por sí mismo. Esa especial dignidad hu-
mana está estrechamente relacionada con la identificación
de la razón como la que nos permite ser conscientes de no-
sotros mismos y de lo que nos rodea, decidir libremente mo-
ral y políticamente, y perseguir un ideal común de justicia.