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El sentido de la existencia humana
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diferentes modos». «Para Descartes, nuestra alma es completa-
mente independiente del cuerpo».
Cuerpo:
en relación con la filosofía, por cuerpo entendemos la
entidad visible y material que poseen los seres humanos y que
constituye su realidad inmediata, cuando lo conocemos exte-
riormente. Muchos pensadores postularon que el cuerpo no era
suficiente para explicar al ser humano en toda su complejidad
y que fenómenos como la consciencia necesitaban de un prin-
cipio distinto, el alma, para dar razón de ellos. Otros autores
han sostenido que el ser humano es un ser material, como los
demás animales, un organismo vivo complejo y que todas sus
funciones, incluida la consciencia, pueden ser explicadas a partir
de principios materiales, sin tener que recurrir a otra realidad de
distinto orden. «Para Aristóteles, el cuerpo es la materia en la
sustancia humana». «Según Platón, sin cuerpo, el alma cono-
cería plena y perfectamente». «Nietzsche recuperó para la filo-
sofía occidental el valor del cuerpo».
Antropocentrismo:
doctrina que se caracteriza por colocar al
ser humano en el centro de la reflexión filosófica de modo que
cualquier asunto, tema o problema que se estudie se aborda
desde la perspectiva de su influencia en el ser humano. Algunos
filósofos sostienen este enfoque en la idea de que el ser huma-
no es el centro de la Creación divina y que, por tanto, debe ocu-
par el centro del universo de modo que el resto de la Creación,
en cierta forma, cumple la función de estar al servicio de las ne-
cesidades humanas. «El antropocentrismo se puede reconocer
en la famosa frase del presocrático Protágoras: “El hombre es
la medida de todas las cosas”». «El cristianismo medieval criticó
los excesos antropocéntricos del mundo pagano, reconociendo
al hombre como criatura y siervo de Dios». «No tengo muy
claro si el siglo
XXI
es antropocéntrico o no, pues aunque parece
usar todo como recurso al servicio de los intereses y placeres
humanos, se utiliza a los propios seres humanos al servicio de la
riqueza y el placer de unos pocos».
Inteligencia:
facultad cognoscitiva de los seres humanos que
nos permite elaborar la información que recibimos procedente
de distintas fuentes para entender la realidad y poder, de ese
modo, resolver los problemas que se nos plantean, establecer
objetivos a alcanzar y planificar nuestras acciones para lograr-
los. «Para santo Tomás, nuestra alma cuenta con dos faculta-
des: la voluntad y la inteligencia». «La inteligencia humana nos
permite dotar de un sentido y una finalidad nuestra existencia».
«¿Quién es más inteligente, el ajedrecista Kasparov o el orde-
nador Deep Blue, que le ganó una partida por primera vez en
1997? La respuesta dependerá de la noción de inteligencia de
la que partamos».
Voluntad:
facultad de decidir y ordenar nuestra conducta. Es,
junto con la inteligencia, la otra gran facultad que compone el
alma humana, según la filosofía tradicional (santo Tomás). La
voluntad está en la base de nuestra libertad, de nuestra capaci-
dad para optar por una opción, comprometernos y responsabi-
lizarnos de lo decidido. Combinada con la inteligencia, constitu-
ye la auténtica base de la libertad. «Sin voluntad no hay libertad
posible». «No se puede responsabilizar a una persona de sus
actos involuntarios». «La libertad interna conlleva que nuestra
voluntad, o razón práctica, tome una determinación concreta».
Humanismo:
movimiento intelectual y artístico europeo propio
del Renacimiento. El término se contrapone al de escolástica,
propio de la filosofía medieval y a su teocentrismo. Defendía un
espíritu libre, confiaba en las capacidades de la razón y la intui-
ción humanas en el terreno de la filosofía, la ciencia y el arte, y
evitaba la férrea metodología silogística y los dogmas que atan
la creatividad humana. «El humanismo renacentista de Petrarca
coloca al amor en el centro del ser humano». «Humanista es
todo aquel que confía en las capacidades naturales del hombre
y no teme a la libre investigación». «El humanismo se opone
principalmente al dogmatismo y al teocentrismo pero no niega
la existencia de Dios. Al contrario, la mayoría de los humanistas
renacentistas eran creyentes».
Ciencias humanas:
uno de los dos tipos de ciencias experi-
mentales que existe junto con las ciencias naturales. Las ciencias
humanas tienen por objeto de estudio el comportamiento y
las actividades específicamente humanas y, para estudiarlas, se
sirven de un método científico. Las principales disciplinas que
hoy día se consideran ciencias humanas son las siguientes: an-
tropología, psicología, historia, derecho, economía, sociología
y lingüística. «Las ciencias humanas emergen en el siglo
XIX
, en
busca de la especificidad de lo humano ante la nueva visión de
la biología de Darwin». «El positivismo trató de unificar meto-
dológicamente ciencias naturales y ciencias humanas». «El ima-
ginario popular sobre la ciencia propio del siglo
XXI
la identifica
con las ciencias naturales, lo cual delata el grado de deshuma-
nización propio de nuestra sociedad, al olvidar la importancia
central de las ciencias humanas».
Libre albedrío:
capacidad de la voluntad para elegir entre
distintas opciones a la hora de actuar, sin verse naturalmente
determinada a escoger una en detrimento de las demás y or-
denar la conducta en función de la opción elegida. «Dios dotó
al hombre de libre albedrío para hacerlo capaz de salvarse».
«El libre albedrío corresponde al concepto de libertad negati-
va». «Sin libre albedrío no se puede responsabilizar a una per-
sona de su conducta».
Persona:
la definición más conocida de este concepto procede
de Boecio, un filósofo del siglo
VI
, que dijo que persona es una
«sustancia individual de naturaleza racional». Al referirnos al ser
humano como persona, aludimos a la singularidad de cada in-
dividuo, a su dignidad, que nos obliga a tratarlo siempre como
un fin y nunca como un medio para lograr cualquier otra cosa,
a su temporalidad y a su necesidad del otro como alguien con
quien coexistir y en cuya mirada reconocerse. «Dios es una y
tres personas a la vez: padre, hijo y espíritu santo». «El perso-
nalismo fue una corriente filosófica que trató de incorporar al
cristianismo las novedades de la filosofía existencialista». «De-
trás del amor romántico podemos reconocer el amor cristiano,
entendido como amor interpersonal en el que se reconoce el
valor absoluto del otro».
4. Disertaciones filosóficas
a)
La consciencia de la muerte y el sentido de la existencia
Ante la certeza de la muerte podemos encontrar distintas res-
puestas. Por ejemplo, para los ateos, no cabe el consuelo de
una vida posterior. A lo mejor, detrás del ateísmo se esconde
un primer posicionamiento ante el problema de la muerte: no
se trata de que, dado que no creemos, no podamos consolar-
nos con las ideas de los creyentes sobre la resurrección, sino
que, precisamente porque no queremos consolarnos de modo
imaginario, no creemos en un más allá. En este punto, habría
que coincidir con la crítica de Nietzsche al cristianismo. Ahora
bien, con él, nos veríamos obligados a plantearnos cuál es el
origen de esa preocupación por la muerte y cuál es el modo de
afrontarla dignamente, no como esclavos, no como cobardes
que prefieren imaginar un más allá o que evitan la cuestión,
sino como auténticos hombres que se enfrentan a la esencia
trágica de la vida, como superhombres.
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