Alumno - page 22

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Bloque II.
Ser humano y cultura
El astrónomo,
de J. Vermeer. «¿Qué es el
hombre? No es más que una nada respecto
al infinito, un todo respecto a la nada, un
punto medio entre la nada y el todo» (
Pensa-
mientos,
Blaise P
ASCAL
).
Una cosa que piensa
Posteriormente, examinando con
atención lo que yo era, y vien-
do que podía fingir que carecía
de cuerpo, así como que no ha-
bía mundo o lugar alguno en el
que me encontrase, pero que,
por ello, no podía fingir que yo
no era, sino que por el contrario,
solo a partir de que pensaba du-
dar acerca de la verdad de otras
cosas, se seguía muy evidente y
ciertamente que yo era, […] lle-
gué a conocer a partir de todo
ello que era una sustancia cuya
esencia o naturaleza no reside
sino en pensar y que tal sustan-
cia, para existir, no tiene necesi-
dad de lugar alguno ni depende
de cosa alguna material. De suer-
te que este yo, es decir, el alma,
en virtud de la cual yo soy lo que
soy, es enteramente distinta del
cuerpo, más fácil de conocer
que este y, aunque el cuerpo no
fuese, no dejaría de ser todo lo
que es.
René
D
ESCARTES
Discurso del método,
Alfaguara
4.2.
El racionalismo
Junto con el humanismo, el otro gran fenómeno cultural que se produjo durante el
Renacimiento fue el nacimiento de la
ciencia moderna.
El impulso que recibió
el conocimiento de la realidad influyó de manera decisiva en el pensamiento filosófi-
co del siglo
xvii
. Los filósofos de esta época pusieron todo su empeño en averiguar las
causas que habían hecho posible este gran avance de modo que pudiera hacerse ex-
tensivo a otras áreas de conocimiento: surgieron, así, el racionalismo y el empirismo.
Para los
racionalistas,
la clave se encontraba en el correcto uso de la razón. Para los
empiristas,
en cambio, lo fundamental era no traspasar los límites de la experiencia.
De estos dos enfoques nacerán dos concepciones contrapuestas no solo del conoci-
miento, sino también del ser humano en general.
El reconocimiento de la importancia de la razón llevó a
René Descartes,
uno de los
principales pensadores racionalistas, a concebir al ser humano como un compuesto
de dos realidades heterogéneas: el alma y el cuerpo. Esta distinción no era nueva,
pero la radicalidad con la que este filósofo francés la planteó sí lo fue.
El ser humano individual no es una sustancia única, sino un compuesto de dos
sustancias completamente distintas. El
cuerpo
es una máquina sometida a leyes
mecánicas que determinan todas sus acciones. El
alma
es pensamiento que se
despliega de forma autónoma e independiente.
La distinción radical entre cuerpo y alma sirvió a Descartes para solucionar un pro-
blema pero, al mismo tiempo, le generó otro nuevo.
❚❚
El problema resuelto:
le permitió ofrecer una explicación de la existencia de
la libertad humana, al tiempo que mantenía el carácter determinista del mundo
material exigido por la nueva ciencia. De acuerdo con la física moderna, la materia
está sometida a leyes que hacen posible que acontecimientos futuros puedan ser
predichos sin margen de error. Sin embargo, los seres humanos somos conscientes
de nuestra libertad en la toma de decisiones. Por tanto, concluye Descartes, el úni-
co modo de explicar la dualidad entre cuerpo y mente es admitiendo la existencia
de dos ámbitos claramente diferenciados: uno material y otro espiritual.
❚❚
El problema planteado:
la necesidad de buscar una explicación de cómo se
comunican el alma y el cuerpo. Por ejemplo, cuando pensamos mover el brazo
derecho, este se mueve
¿Cómo es posible que un pensamiento de nuestra alma
acabe produciendo efectos en nuestro cuerpo? ¿Cómo y dónde se produce la
conexión entre cuerpo y alma?
Descartes no encontró una respuesta adecuada
para estas preguntas.
El filósofo racionalista
Blaise Pascal
también admiró la capacidad que posee la ra-
zón humana para conocer y comprender la realidad. Pero, a su vez, se sintió impre-
sionado por una idea que nació a partir de la revolución de Copérnico: la idea de
infinito aplicada a la realidad en su conjunto.
La razón humana es muy poderosa pero, ante la evidencia de la infinitud, debe re-
conocer su limitación. Para Pascal, hay conocimientos que la razón no puede llegar
a comprender y que solo están al alcance del ser humano por la vía de la intuición
emocional, que él vincula con el corazón.
Este filósofo francés sostuvo que la condición humana es esencialmente paradójica
y la intuición emocional nos muestra esa paradoja
1
: cada ser humano individual
es infinitamente grande e infinitamente pequeño. Su pequeñez se pone de mani-
fiesto en la fragilidad que hace que pueda morir en cualquier momento. Su grande-
za brilla cuando comprendemos que, por grande que sea la fuerza de la naturaleza
que lo mate, él es más grande porque es consciente de su muerte, mientras que
aquello que lo mata no es consciente de que lo mata.
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